Carmen Carrascosa me cuenta que llegó a Trabajo Social por puro azar con una voz dulce y pausada que parece esconder miles de sueños. Ella quería ser periodista, pero la situación económica familiar en esos momentos no era demasiado buena. Finalmente, y sin demasiada meditación, decidió estudiar lo que en ese entonces se conocía como Asistencia Social. “Esos años en el ámbito del Trabajo Social fueron muy revolucionarios; una época en la que pedíamos que la asistencia social dejara de ser puramente asistencialista, casi de beneficencia, para ser más social”, explica.

Dice que lo que le enganchó del Trabajo Social es que “ayudamos a las personas y a las familias a que busquen sus propios recursos; que sean capaces de valorarse a sí mismos y de ver todas las posibilidades que hay para cambiar y mejorar sus vidas”.

Carmen comenzó a trabajar en 1982 en un centro de personas mayores en San Bartolomé de Tirajana. Tres años más tarde pidió traslado a Taliarte donde fue trabajadora social durante veinte años. Allí creció, como profesional y como persona, en dos ámbitos muy importantes: la asertividad y la empatía. “Cuando trabajas con personas debes aceptar el punto de vista de los demás; debes saber adaptarte a los cambios, y debes ser constructivo”. Y ella de cambios sabe mucho. Taliarte nació siendo un centro para personas con poca dependencia. Allí llegaron a ser “pioneros en organización de actividades, desde acampadas hasta jornadas de todo tipo”, incluso fueron los que organizaron las primeras jornadas de Geriatría y Gerontología que se celebraron en Canarias. Luego el centro pasó a ser para personas con una gran dependencia lo que implicó cambios en todos los sentidos. Sin embargo, en Taliarte lo han tenido claro desde el principio: el secreto está en saber trabajar en equipo. “En los últimos años trabajamos con un programa informático llamado ResiPlus, una de las mejores cosas que se ha hecho en el IAS porque ha facilitado la coordinación de los profesionales del centro y hace que veamos a la persona de forma global”.

Carmen compatibilizó su trabajo con la docencia y la supervisión de alumnos de Trabajo Social en prácticas, algo que la revitalizaba. “Espero que quien siga retome el tema de la docencia porque es importante tanto para los alumnos como para el profesional que los acompaña; te ayuda a estar al día y a reciclarte”, explica.

Se casó muy jovencita con un chico del que más adelante se divorció. Con él tuvo 3 hijos que, como ella, tienen diferentes inquietudes sociales y que ya tienen su vida en marcha. Ahora que se ha jubilado empieza con ilusión un proyecto junto con su marido Manuel, a quien conoció en Taliarte y con quien ha pasado más de veinte años. “Tenemos una finquita en Agüimes y nuestra ilusión es practicar la agricultura ecológica para alimentar bien a nuestra gente”, cuenta.

 

Además siempre le ha fascinado pintar y escribir. Ahora que tiene más tiempo se ha puesto manos a la obra y, sin duda, lo está disfrutando. Carmen tenía muy claro que le tocaba vivir otra historia y está totalmente preparada para comerse el mundo con sus ilusiones.