Tirarse al agua de forma imprudente provoca cada año el 15% de las lesiones medulares que se registran en nuestro país, sobre todo en niños y adolescentes.

¡Tírate con cabeza!
¡Tírate con cabeza!

Cada año se producen cerca de medio centenar de lesiones medulares en nuestro país debido a las zambullidas, una cifra que, según Sanidad, se debe en buena parte a que los bañistas no tienen conciencia del peligro que puede suponer sumergirse en el agua de forma inadecuada.

La mayoría de estos accidentes suelen provocar tetraplejia y suelen ocurrir en chicos de 15 a 30 años como consecuencia de lanzarse al agua en zonas como muelles, acantilados o incluso en la playa.

Desde Gran Canaria Accesible queremos sensibilizar a padres, jóvenes y a la población en general, para que evitemos este tipo de accidentes con unas recomendaciones muy simples de aplicar. Por favor, difúndelas.
Recomendaciones:

  • Evitar las inmersiones bruscas por zambullida. Si lo hacemos, debemos tener en cuenta la altura desde la que nos sumergimos, que debe ser cómo mínimo de un metro y medio de profundidad. Evitar también lugares no aptos desde los que tirarnos, como son árboles, balcones u otros espacios inadecuados.
  • No tirarse de cabeza en lugares en los que desconozcamos la profundidad, ya que ésta podría ser menor de la que creemos, pudiendo golpearnos y ocasionarnos una lesión medular, que puede ser causa de parálisis.
  • Introducirse en el agua lentamente o tirarse de pie varias veces antes de hacerlo de cabeza.
  • Cuando nos tiramos de cabeza, los brazos deben situarse en prolongación del cuerpo para proteger el cuello y la cabeza. Tener en cuenta que una mala caída desde una elevada altura puede tener como consecuencia una lesión, aunque el impacto sea sólo contra el agua.
  • Los lugares con poca profundidad y aguas turbias son peligrosos, porque no podemos visibilizar si hay elementos sumergidos (rocas, árboles u otros objetos) contra los que podamos impactar.
  • Bañarte en las zonas reservadas y habilitadas para el baño, evitando áreas no aptas o por las que circulen vehículos acuáticos (motos, tablas de windsurf, lanchas…). Además, se deben elegir playas o piscinas que estén supervisadas o vigiladas por socorristas, y respetar las banderas de señalización. No nadar a contracorriente.
  • En las piscinas se debe tener especial precaución con bordillos y zonas mojadas para no resbalar, caer al agua, lesionarte o lesionar a otros. También se debe tener precaución con los toboganes y trampolines. Es recomendable poner vallas de protección para evitar que los niños puedan acercarse cuando están solos, especialmente en las piscinas particulares.
  • Vigilar a los niños, aunque sepan nadar, ya que ante un ahogamiento, y con tan solo tres minutos sin respirar, se pueden producir daños cerebrales irreversibles. También es conveniente tener cuidado con las olas del mar. Un mal golpe de ola, puede propiciar un traumatismo cervical y producir una tetraplejia para toda la vida.
  • Evita bañarte de noche o cuando has consumido alcohol, ya que nadie podrá verte si te ocurre algo. Además, con el alcohol disminuye tu capacidad de reacción ante un peligro y aumenta la desinhibición, lo que fomenta las conductas de riesgo.

Cómo actuar ante este tipo de accidentes

En caso de producirse una lesión tras una zambullida, quienes estén en el entorno del accidentado deben actuar inmediatamente de acuerdo con las siguientes recomendaciones:

  • Si el accidentado corre riesgo de ahogarse, sacarlo inmediatamente del agua. También se le puede inmovilizar dentro del agua.
  • La inmovilización hay que realizarla con un cuidado extremo, procurando no mover la cabeza ni el cuello del accidentado.
  • Una vez fuera del agua, hay que comprobar si respira y si tiene pulso. Si es preciso, se le practicará la reanimación cardiopulmonar.
  • De inmediato, el accidentado debe ser trasladado a un hospital, preferentemente en ambulancia, evitando en la medida de lo posible los vehículos utilitarios particulares.
  • Para su traslado hay que inmovilizar el cuello y la columna, a ser posible con un collarín cervical de los que tienen soporte mentoniano, donde se puede apoyar la barbilla.